Renovados Por el Espíritu Santo
La renovación es fundamental para perseverar en la carrera de la fe, y superar los diversos obstáculos que aparecen en el camino (Juan 4:13-14). La sequia espiritual produce desorden, escasez y aridez. Esto lo podemos concluir al ver la vida de la samaritana. Ella tenia una vida desordenada, una vida religiosa y rutinaria.
En el oriente el agua es de mucho valor, por eso vemos cisternas y pozos, también se nos habla de fuentes de aguas. Cristo le hace ver a la samaritana que hay un agua superior a la del pozo, es agua de vida eterna.
La obra del Espíritu Santo trae orden y bendición, lo vemos por ejemplo aquí en Genesis 1:2. Observamos que el movimiento del Espíritu Santo antecede la vida y el orden, los términos “desordenada, vacía, tinieblas” nos describe la condición de la tierra, pero allí estaba moviéndose el Espíritu, y también es quien sustenta la vida (el creyente sin el Espíritu Santo desmaya, desfallece, poco a poco muere). Es con su Espíritu Santo donde hallaremos ríos de agua viva.
Dios siempre esta dispuesto para saciar la sed de Su pueblo (Isaías 55:1). Durante seis meses del año no llueve en Israel, el agua escasea y aparece el aguador (vendedor de agua), que va por las calles gritando: “a todos los sedientos, venid a las aguas,” en raras ocasiones alguno pagaba toda el agua para repartirla gratis, entonces el aguador decía: “a todos los sedientos venid a las aguas y bebed sin precio,” palabras usadas por el profeta para llamar al pueblo de Dios a un encuentro con su Señor, a un tiempo de renovación.
Dios dirigió, protegido y suplió todas las necesidades del Su pueblo por el desierto camino a Canaán. Dios no ha cambiado, El sigue protegiendo, guiando y sustentando a Su pueblo camino al propósito de Dios. En este camino Dios nos ha dado Su Espíritu Santo para ser renovados cada día y perseverar hacia la voluntad del Señor.
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